El Espejo de la Bruja

Siglo XIX. En una lóbrega mansión, frente a un espejo mágico, Elena es prevenida por su madrina y ama de llaves, la bruja Sara, contra el marido de la primera, el médico Eduardo. Éste, en efecto, envenena a su esposa.
Poco después, Eduardo trae a la casa a su nueva mujer, Deborah, a quien la vengativa Sara aflige con hechos misteriosos e inquietantes. El fantasma de Elena aparece en el espejo, al que Eduardo lanza un quinqué; las llamas resultantes queman a Deborah y desfiguran horriblemente su rostro. Con su ayudante Gustavo, Eduardo roba cadáveres de mujeres jóvenes para hacer injertos en el cuerpo de Deborah. Usa incluso las manos de una mujer viva: una pianista enterrada en estado cataléptico. Sara sustituye una de esas manos por una del fantasma de Elena.
Inducido por Sara, Gustavo denuncia a Eduardo a la policía. Deborah descubre maravillada su rostro curado, pero, guiada involuntariamente por su mano, que es la de Elena, clava unas tijeras en la espalda de Eduardo. Cuando llegan Gustavo y la policía, encuentran a Deborah desfigurada de nuevo. La mano de Elena, que se mueve sola, acuchilla a Gustavo.